Aditivos Químicos y Los Envases
Con el avance de la tecnología, se ha ido desarrollando distintos
métodos para producir una mayor conservación de los alimentos, y esto a su vez,
se ha ido haciendo con la implementación de aditivos químicos en los
alimentos los cuales prolongan su conservación y, cambiando los
compuestos con los cuales están fabricados los envases en los cuales están
contenidos dichos alimentos.
Según Jorge
Lorenzo, responsable del Departamento de Aguas y Envases del Centro Nacional de
Tecnología y Seguridad Alimentaria (CNTA),
destaca cómo en las últimas décadas el panorama se ha complicado por "la
intervención de un actor auxiliar, como la industria del 'packaging',
cuyo origen no es alimentario. Se trata de empresas químicas, metalúrgicas o
papeleras que poco a poco han tenido que incorporar en sus
procesos conceptos de seguridad [controles, parámetros, puntos
críticos...]".
Hasta
hace poco tiempo, las cuestiones referidas a los envases se ceñían a la
eficiencia (que el alimento llegara al consumidor en las
mejores condiciones organolepticas y de conservación) y a la estética
(el gancho que tenía el contenedor para atraer al consumidor).
A esto se
le llega a una pregunta: ¿Cómo llegan los
compuestos a nuestra comida?
Hay un
múltiples maneras, desde la fabricación del producto hasta que es
calentado dentro del envase, el cual a través de reacciones
químicas con el calor libera partículas que perjudican a nuestro
organismo.
Según la OCU,
los alimentos recubiertos de aceite o
grasa tienen más riesgo de migración, mientras que los alimentos ácidos también
pueden corroer algunos metales y que acaben depositándose en ellos.
Para
entender la complejidad tecnológica de
un envase, Lorenzo pone el ejemplo de las botellas de plástico que se
utilizan para la comercialización de líquidos: "Estos plásticos se
componen de un material principal, como el PET, al que después se añaden otros
aditivos que les dan elasticidad, color, resistencia...".
Según el
portavoz de la OCU, la composición de los envases es relativamente conocida en
cuanto a los materiales principales, pero no tanto por lo que se refiere a los
aditivos: "Más que ser tóxicos, el problema es que no es seguro que no lo
sean". Ante la duda, la organización defiende que lo que debería regir es
el principio de precaución que
inspira la legislación europea sobre la materia: "No tiene que existir la
certeza de que un producto sea dañino, basta con que se sospeche para que se
tomen las medidas encaminadas a garantizar la seguridad y la salud de los
consumidores".
Junto con
otras organizaciones europeas, la OCU ha dirigido varios estudios para analizar
la incidencia de algunas de estas nuevas sustancias detectadas, así como para
revisar antiguas amenazas: "En envases, lo que más preocupa hoy son los MOSH, MOAH, PFA y el bisfenol.
Sobre este último, hay más información, pero siguen las dudas sobre sus efectos,
y se está volviendo a evaluar", apunta García López. Veamos, con más
detalle, aquellos compuestos que más alarma han despertado en los últimos
meses.
Los MOSH
y MOAH llegan a los alimentos por causas tan variopintas como el contacto con
papel y cartón reciclados; con tintas de impresión;
con aditivos en los envases autorizados, pero mal refinados; con aceites de
maquinaria, o con lubricantes usados para impermeabilizar los cestos con los
que se recogen el arroz, el café o
el cacao.
De 105
productos analizados, en el 85% de
ellos se halló presencia de MOSH y en el
16%, de MOAH. Con estas cifras, las organizaciones de consumidores recalcan que
se trata de un problema generalizado: 35 de esos alimentos se comercializaron
en España, y por los altos niveles que presentaban, la propia OCU ha llegado a
desconsejar el consumo de tres productos concretos: los cereales de arroz con
cacao de El Corte Inglés, las granolas con avena de Quaker y la pasta para
lasaña Festaiola Agnesi.
Los PFA,
Se trata de compuestos perfluorados que repelen el agua y la grasa de los
alimentos evitando que el envase se humedezca. Se les acusa de estar
relacionados con algunos tipos de cáncer así como de ser disruptores endocrinos e
inmunodepresores.
El
Bifenol A, Es la sustancia que, sin duda, más preocupa desde
hace años. Se trata de un disruptor endocrino que, de hecho, fue prohibido en
2011 por la Unión Europea para la fabricación de contenedores concretos, como
los biberones.
En España no está permitido tampoco en los envases de alimentos para niños
menores de tres años.
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